miércoles, 8 de febrero de 2012

ENORME MINORÍA

Este espacio se ha caracterizado desde su creación por ser defensor incondicional de las minorías, de los desvalidos. De los menos afortunados, es decir: al mismo nivel están las víctimas de la violencia, usuarios de Transmilenio, homosexuales, enanos y uribistas, y enanos uribistas.
Todo aquél prejuicio que a su bien se tenga cualquier cristiano de raca mandaca prestar atención, en razón de no coincidir las maneras y actividades propias del libre desarrollo de la personalidad de otro, con el troquel que, acción mecánica o neumática de aplicar energía en forma de presión ejercida sobre él, son acuñadas las piezas empleadas en el intercambio de valores en el ámbito de lo moral y lo estético, es susceptible de ser condenado aquí.
El mismo plato con que sirvieron a las minorías, les será despachado a ellos. Enorme minoría. Sople al diente de león: los mismos inconformes que se quejaron de Uribe, que repudiaron sus prácticas indecentes, corrieron a voluntad no al ruedo sino, en cambio, al matadero, a votar por Peñalosa. Apoyaba aquél a éste en la lucha electoral que como trofeo entregaba el control sobre las ruinas de la cuidad de Bogotá al vencedor.
Petro resultó elegido alcalde, no obstante. Lo que es dicha para algunos ha de mortificar a los demás. Ni más ni menos, no contento con dar credibilidad a quienes osaron compararlo con Chávez –no pase por alto usted que desde hace no más que unas semanas tendrán que acostumbrarse al hedor a orín de Bacatá quienes frecuenten y visiten el Palacio Liévano-, ha levantado como bandera política, el otrora luchador por la libertad y diversidad de pensamiento, prohibir las corridas de toros.
Como primera medida, y única a celebrar, para hacer efectiva la nueva política de restricción a la libertad de expresión, se ha descontinuado la renovación al patrocinio a la temporada taurina en Bogotá a nombre de la ETB.
Humillados y ofendidos, en palabras de Dostoievski, sacaron la cara por los taurinos el maestro Molano y el implacable Antonio Caballero –mientras sus colegas chupan manzanilla y posan para los camarógrafos desde los tendidos- redactando un manifiesto en el reclaman por la reivindicación de la fiesta brava, defendiéndola como un arte incomprendido.
“El toreo es una gran metáfora sobre la vida y la muerte”. En ese orden de ideas, Colombia, únicamente a la par de Somalia y los campos de concentración nazis, podría ser apreciada como una obra de arte, apologética exaltación al menoscabo de los humillados y ofendidos. Una gorda de Botero moribunda, un puñal colgando de su lomo.
Si bien es embellecido el rito taurino por artificio de chicuelinas y verónicas, por recurrentes referencias al heroico enfrentamiento entre Teseo y el minotauro, previa superación del laberinto borgiano, es, no obstante, el cornudo el que entra a tientas al laberinto, al dominio del matador. Inocente en absoluto de que la parca es esa que viste traje luminoso esperándolo en el disco de arena. Es un laberinto de Teseo, sí, pero al revés.
No querrá usted, en consecuencia, irrespetado lector, aunque así será, después de ser metido en el saco descrito con antelación, encontrarse, además, en el de los fascistas antifascistas. Algo así como en el que incluimos a los Nazis Comunistas y a los Uribistas Petristas, o bien a los hinchas del Barcelona y del Real Madrid que luego de cada encuentro deportivo saltan a las redes sociales a arremeter contra sus adversarios a defender, ni siquiera saben ellos qué. Apropiaciones abusivas en las que la propiedad se encuentra contradicha por la posesión.
Defendamos pues, esa carne cubierta de pelos, provista de alma en músculos y cartílagos. Que esa carne muera con dignidad, con el objeto de ser trinchada por su tenedor.
Así como los godos se han tenido que aguantar posturas liberales en tanto al aborto y la igualdad de condiciones para los miembros de las comunidades LGBTI respecta, y que les tumbemos sus proyectos de Fe, así hemos de soportar cómo cada domingo esa minoría a la que le gusta el ritual de la tauromaquia disfrute fe él. Así hemos de soportar a los hinchas del Barcelona al hacer sonar sus cornetas en Bosa. A las minorías se les protege y respeta. A liberales libertarios y uribistas, a todos ellos por igual, godos y nosotros los soportamos, respectivamente.
Acúseseme de blandito, por favor. Yo, por mi parte, no perderé la sana costumbre de acusarlos a ustedes de cosas peores, de cosas realmente vergonzantes.


De lo que carecen muchos le sobra a la enorme minoría.

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