Me veo en la penosa obligación de informar a todos ustedes que esta noche serán suspendidas sus actividades habituales. Mucho me temo que no va a ser posible que abandonen sus cándidas mentes al regocijo que ofrecen las cálidas historias proveídas por los dos mejores exponentes del periodismo de investigación de los domingos que esta tierra estéril ha visto nacer: Manuel Teodoro y Pirry –ésta es la hora en la que ya no nos importa descubrir su nombre humano y, en cambio, nos acostumbramos a llamarlo como lo que es: la mascota preferida de la tele-micción nacional-. No por coincidencia están enfrentados en el horario estelar.
En lugar de eso, va a verse usted obligado a fingir atención mientras rodea su mentón con el índice y el pulgar. Así entonces, entrecierre sus párpados, no pierda ocasión de ponerse sus anteojos, y luzca tan interesante como nunca jamás lo será. No rechace la invitación que le hago hoy, permita al aburrimiento ser uno más en su hogar y dele una oportunidad a un documental de índole más social que política. Tedioso. Una película que no incluye a ningún chimpancé competitivo jugando boccia -Adam Sandler, es decir-. De esos en los que no se echa mano de la caricatura y, el dolor, la angustia, la zozobra, uno tras otro, son el lugar común en la vida de sus protagonistas. Siento mucho importunar sus planes, pero es por su bien, niños.
El documental colombiano galardonado con el Premio del Público en el Festival Internacional de Documentales de Santiago de Chile (2010), el Premio Cámara Justicia de La Haya en (2011) y Mención especial en el Festival de cine y Foro Internacional sobre los Derechos humanos de Ginebra, IMPUNITY, con mayúsculas, coproducción francosuizocolombiana, dirigido y creado por Juan José Lozano a partir de una idea de Hollman Morris, se transmite esta noche por el Canal Capital, a las ocho y media. Retrato de una ley alcahueta.
Coincide la transmisión del documental con el nombramiento de Hollman Morris como gerente del Canal Capital.
No hará falta el José Obdulio Paseador, por tanto, que se dedique a mortificar con que Petro puso a Hollman Morris en Canal Capital y a su hermano, Juan Pablo, en la junta directiva de la ETB, como recompensa a su alianza maléfica con la guerrilla. Es casi como un patrocinio con dineros públicos a una política sesgada de desprestigio en contra del ex presidente Uribe y su pulcro gobierno, croa desde sus repugnantes espacios de opinión. Si utilizan bien sus posiciones los hermanos Morris y recuperan el patrocinio para su productora de televisión, Contravía, me alegra. Por si usted no lo sabía, Contravía es un programa, el único, de periodismo investigativo en Colombia que, en este momento, busca patrocinio con el propósito de no suspender sus actividades.
Puede haber, quizá, contrariedades de carácter ético. Haría bien quien se cuestionara esta limitación. Si lo hace con juicioso discernimiento, armándose de argumentos, mejor. Dudo que quien se atreva, sin embargo, lo haga con el estímulo de abrir un debate serio sino, por el contrario, con el ánimo de servir de ungüento a toda la irritación que lastima en El Ubérrimo.
Del mismo modo en que se utilizaron, en beneficio de la marca Colombia Es Pasión –una telaraña tenue, débil, treta de la que únicamente son víctimas seres con cerebro de mosca-, recursos públicos –canalizados desde Proexport- con el objeto de que el canal de noticias CNN realizara una serie de programas periodísticos con suentrevistador estrella del horario triple A, Cala, complacientes con la política del “dotor” Uribe en las que participaron, día tras día en una semana, él inicialmente, seguido por Plazas Vega, hágame el favor, Pachito Santos y el General Naranjo. Sí, aprovechando su espacio de tele-ficción, los consejos comunitarios, como una tribuna para que sus allegados metidos en problemas defiendan su causa ante la justicia. Sí, torpedeando hasta el cansancio la anulación de los artículos 76 y 77 de la Constitución que le restituían la respiración a la Comisión Nacional de Televisión (costaba su funcionamiento veinte mil millones al año, que iban a parar a los bolsillos de sus secuaces). Sí, utilizando recursos financieros y humanos de la nación para interceptar comunicaciones de miembros referentes de la oposición, magistrados y periodistas –que sirva ésta de oportunidad para hacerle una cuña no pagada a la Universidad de la Sabana que incluye en su pensum de Comunicación Social la cátedra: Interceptaciones Ilegales-. Sí, favoreciendo que el único proponente en el proceso de licitación para el tercer canal de televisión fuese el Grupo Planeta, ente que recoge, entre otros, los intereses económicos de un entrañable amigo de la casa Uribe, William Vélez Sierra -empresario antioqueño y contratista del Estado, socio además de los hermanitos Uribe Moreno y los Nule-, compañero en masacres y envíos de avionetas cargadas con… con lo que sea. Sí, entregando licencias de tele-captación al grupo DMG.
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