domingo, 29 de abril de 2012

LA NECEDAD TIENE CARA DE PERO

A Toni, que gustaba del jamón de pavo.





A Toni no le agradaban los viajes en automóvil. Le revolvía el estómago la sensación a encierro obligado, respirar los gases de combustión filtrados a través de la ventilación del automóvil que llenaban la atmósfera complaciente y altanera ambientada por sus compañeros de viaje, las carreteras zigzagueantes, y añadido, el sobresalto natural propio de sortear los obstáculos propios de la topografía cundiboyacense. No comprender si ese martirio del que era víctima, ausente de arrumacos, a excepción de una caricia en el lomo de cuando en cuando, o una mano amiga que le extendía una bolsa de mareo siempre demasiado estrecha para su hocico en el extremo de la abertura, contenía recompensa o castigo meritorio. Total, aguantaba, aferrándose con sus garras al sillón en la parte trasera del vehículo como si fuera éste su deseo de una caminata prolongada al término de semejante capricho.
Toni, en cambio, apreciaba, agradecía, sin escrúpulos ni prejuicios de su procedencia, el agua. El pepino y el pan que mamá le ofreció en tajadas toda vez que visitó mi casa.
Me pongo en sus garras. Lo intento, al menos. Trato de sentir el césped bien podado y peinado a la moda del Parque del Virrey, pero no consigo siquiera acercarme a su sentimiento de angustia al hallarse atrapado bajo las patas de un majestuoso pastor belga, consecuencia de sus juegos a ocho garras: la rutina de saltar uno sobre otro, o de alzarse en instintiva lucha sostenidos en dos patas.
Es Toni, con i latina, no Tony, porque era colombiano, así como, haciendo manifiesto ademán de desdén, alejando a Toni, enseñándole el envés de la mano repetidamente, un gordo oficinista repugnante, quien saliendo del restaurante El Corral ubicado en la calle noventa, se reía con la bocaza abierta de par en par, en compañía de sus contertulios.
—Salió bien colombiano el animalito, ¿no? —clavó su mirada en la mía, ignorando que Toni era mitad británico y que la gordura tiene solución, a diferencia de la idiotez.
Camilo, por su parte, amo y mejor amigo de Toni, ni por enterado se dio del incidente, abstraído por una discusión entre un conductor imprudente y un par de policías de tránsito hambrientos en apariencia, así como puede hacer el revoloteo de una mariposa sobre su cabeza o la confusión del horario de una cita al oftalmólogo. No era sino que abriera Camilo sus ojos en la mañana, y sin siquiera tener ocasión de limpiarse las lagañas, Toni esperaba al pie de su cama, batiendo la cola, apurándole para no dar largas a sus actividades en el hogar e iniciar, por el contrario, el paseo matutino que, reiteradamente, se extendía hasta por tres horas en las que hacía amigos, chicos, robustos, chillones, perros pandilleros e indigentes también; perros al fin y al rabo. De entre esas amistades Toni propició también romances, cómo no, a pesar de su corta edad: Sometía, aprovechándose de su fingida libertad en el parque, observados a distancia por sus amos, a los cachorros, preferible e invariablemente, pasando bruscamente de juegos inocentes, de colmillos y lenguas y aullidos, a movimientos rítmicos de su pelvis con el pene a la vista, buscando lo que él por instinto quería aunque fuese desconocido. Tanto así que equivocaba el sentido de la mecánica sexual, siempre lo invertía, emulando un antojo de felación.
No es con él ni por ese lado, coqueta ocurrencia con la que Camilo se acercó a una, entre asombrada y atemorizada, bella transeúnte que intentaba proteger a su perro del frenesí de Toni.

***

Toni, después de sufrir un desaliento agónico insospechado en él, consecuencia de una deficiencia renal congénita, nos abandonó de su presencia cuando acababa de cumplir ocho meses de vida.
Nos deja el recuerdo de su trote entusiasta.
Él no está en el cielo de los perritos, o al menos eso creo, pues es merecedor, más que usted, quizá, de un espacio con buenas perras, pastor collie, que lo hagan feliz con su pelo rubio ondeando al viento (porque en el cielo hay viento, ¿no?) en el cielo de los cielos. Amén.

martes, 24 de abril de 2012

¡ES UN AVIÓN! ¡ES EL PULPO PAUL! ¡ES POL POT! ¡NO! ¡ES POLMACORNI!



Era de esperarse. Días atrás los genios del periodismo local (¿o cloacal?) como si de eso dependiese el rating, la vida es decir, reiteraban la imagen en cámara lenta que mostraba el aterrizaje del avión de Obama, desde todos los ángulos posibles.
¡El avión! ¡El avión! Era no precisamente una advertencia a la aparición de Jerónimo en la ciudad amoratada sino un inocente recuerdo al gritón Tattoo.
Deseé, cómo negarlo, apenas asomara por la compuerta del avión, verlo rodar al negro escalones abajo. Pero nada; con soltura y desenvolvimiento, sin sobresaltos descendió la escalinata. Al negro preferido por los blancos, y a sus protectores protegidos, eso sí, se les cumplieron, sin contratiempos evidentes, sus deseos: comieron puta y se llevaron contratos de minería como más les gusta: a cambio de nada.
Y, despreciado lector, si algún mal sabor quedó de la Cumbre De Las Américas, quizá, porque tarde caímos en cuenta de la inconveniencia del Himno Nacional (relegación del segundo lugar de los himnos más bellos, consecuencia de esa revelación), qué mejor para corroborar tal información si no la sensación alcalina alojada en la garganta de las putas cartageneras.
Semejante cobertura mereció la visita de Paul McCartney, un personaje que en solitario sigue siendo tan popular como lo era en compañía de sus camaradas.
Verá usted, si me pregunta, hubo de todo. Desde los pendejos que abiertamente y sin pudor desprestigiaron la calidad del personaje, hasta los no tan bobos que se pusieron en marcha para abandonar El Campín tarareando la única canción reconocida, bien o mal, entre las casi cuarenta que componían un repertorio extendido por más de dos horas: Yesterday, Let It Be o Hey Jude. Para quienes no ponían en duda la muerte de Radioacktiva, fíjense, ahí sigue dando lata. También hubo quienes identificaron del concierto como el momento cumbre-de-las-américas cuando, durante la interpretación de Live And Let Die, la pirotecnia iluminó, no su buen gusto sino, al revés, les hizo recordar la celebración en honor a la virgen del Carmen.
Nadie se podrá quejar; aunque no perdimos oportunidad de hacerlo, los miles de pobres diablos que no tuvimos la suerte de deslizarnos dentro del estadio (incluso ofrecí mi servicio de acompañante, con satisfacción de fantasía incluida), durante el tiempo en que la transmisión del concierto fue suspendida. ¿Qué querían? Donde hubiesen transmitido el evento en su totalidad hoy podríamos contar con la copia en DVD “Pol Lif In Bogotá” por los mismos dos mil pesitos, special features detrás de bastidores comentados por el Beatle vivo más viejo, Manolo Bellón, sujeto a restricciones de Canal Capital.
De manera que, a elegir entre Yo Me Llamo, Colombia Tiene Talento, o admirar a un zafio demente montar un caballo de paso fino mientras sostiene en la mano libre un pocillo de café, acepto encantado la iniciativa del canal de televisión público de Bogotá.
Hace mucho no me sentía así de feliz, Beatles, y gratis. Aunque se me quitó la felicidad al calcular que, en realidad, nada fue gratis.






lunes, 9 de abril de 2012

EL HIJO PRODIGÓ

Si bien ya es triste tener que elegir entre los principales noticieros enfrentados (Noticias Uno, por fortuna, es emitido en un horario sin contrincantes; aun en ese supuesto no tendría rival) en la mañana, mediodía y noche, para más señas, los de los canales privados: Caracol y RCN, acentuó el inconformismo la confidencia que publicó Kien&Ke (el placer de lamer más) en cuanto a la nueva estrategia de Caracol Noticias de prolongar su operación prescindiendo de un director a cambio de alzar como estrategia de choque las noticias a las que nos acostumbró Vicky: el asesinato nocturno, el robo a chuzo oxidado al amparo de puentes mal iluminados rodeados de polisombra, la información en talla 34C.
En contraste, venía como un alivio el nombramiento de Rodrigo Pardo, de quien, si me preguntan, no he visto le haya metido mano a los espacios informativos del brazo televisivo del grupo Ardila Lulle. A menos que su mano sea negra.
Gustarro Gómez, entretanto, declinó la oferta de dirigir en televisión, dándole paso, y muchos pesos, al heredero de la rimbombancia, Luis Carlos Vélez. Y uno se pregunta, ¿es que no fueron capaces de encontrar, en el medio periodístico colombiano, así sea a medias, alguien mejor calificado para responder a semejante responsabilidad? De inmediato, uno replica: sí que lo hay: por ejemplo la habilidad para entender los gritos cruzados en Hora20 hacen de Néstort (en honor a la política del amort) Morales el más indicado para descifrar todo lo indescifrable que oculta Colombia en su verdad; aunque, más que un periodista serio, hacía era falta alguien que estrechara, aprovechando su experiencia, los lazos entre el canal “baba de caracol” y su aliado en bobería, CNN. El buen muchacho, haciendo alarde de su habilidad para desordenarse el cabello con la gel, debutó para el evento de liberación de los últimos diez prisioneros de guerra en esta temporada de “Colombia Tiene Huevo”. María Lucía muy bien, para qué negarlo, como cualquier adolescente seguro de sí mismo.
Me importa un pito, el mismo al que Felipe Zuleta no le hace el feo, pero entre Juan Diego, Elvira, y Vanessa caída de la Torre, no hacen un cachete fofo de Bofe Alfredo Vargas.
Está bien, me callo; pero más tardecito, ¿no?

miércoles, 4 de abril de 2012

VIACRUCIS

Reunirse en familia, y soportar las eternas transmisiones de Yo Me Llamo hasta que se le duerman las nalgas, y despertarlas con un chiste sobre Amparo Grisales, está tan de moda como criticar a Petro porque llueve y porque escampa.
     En vista de la salida de más de 570.000 automotores de la ciudad –los cuales esperamos no regresen jamás- decidió la Secretaría de Movilidad del Distrito, en cabeza de Ana Luisa Flechas, suspender la medida del Pico Y Placa durante la semana en que más vagancia y trago circula a lo largo y ancho del país.
No obstante el alivio que para el tráfico capitalino significan las inmerecidas vacaciones de los locales que buscan refugio del frenesí de la ciudad, de los inmigrantes que visitan a sus madrecitas en sus tierritas, según datos de la Dirección de Tránsito y Transporte de la Policía, cerca de 492.000 automotores repletos de calentanos con piernas sudorosas ingresan con el objeto de perturbar, valiéndose de su música estridente y sus malas maneras, la falsa santidad de la semana mayor.
Así las cosas, y con el perdón de los criticones espontáneos, las cuentas no me cuadran. Descontados los automotores visitantes de los ausentes, la diferencia es de 80.000. Al día, a causa del Pico Y placa más de 350.000 vehículos son marginados de las vías de la ciudad. Pero, si va a criticar, amigo inconforme: hágalo con argumentos.
De haberse mantenido el Pico Y Placa, como es costumbre, preste atención a lo que habría sucedido. Tendríamos a favor los 350.000 automóviles de todos los días, más los 80.000 de diferencia entre los visitantes y los ausentes, lo que nos arroja como resultado a favor el espacio que 430.000 ocuparían de encontrarse rodando sobre las calles. Ahora bien, quienes, por la mala suerte de no coincidir sus días de restricción con los que eligieron los romanos como los mejores para someter a Jesús al viacrucis, se habrían sentido tratados en desventaja en contraste con quienes obedecen a la regla los días jueves y viernes.
Más todavía, se preguntarían, ¿señor Petro, mientras estás en Barcelona, por qué nos has abandonado? Se rasgarían las vestiduras, pegarían alaridos de desesperación que ni del mismo Jesús se oyeron en la cruz. ¿Por qué, sintiéndose la ciudad tan liviana y agradable, no se levantó el Pico Y Placa?
Apuesto mis testículos a que así habría sido. Bobos.

lunes, 2 de abril de 2012

DE NO HACERSE A MICO O PAJARRACO, UN ZAHÍNO HARÁ

Humanizar la guerra es una de tantas frases que se cuentan en el grupo de las vacías; aunque más bien parecen es un globo que, cuanto más se nutre de helio, más alto se eleva y se aleja de la vista de sus espectadores. Seguridad democrática, por ejemplo, es una frase vacía: Ni seguridad ni democracia hubo ahí. ¿Humanizar la guerra? Acaso, ¿desde cuándo, como efecto de apretar las clavijas, de aflojar los cinturones, es posible dar a la guerra una condición humana?
¿Secuestrados? ¿Prisioneros políticos? O, ¿prisioneros de guerra? Rehenes, mejor. Secuestrados considérense a los individuos que, a causa de sus cualidades financieras, o simplemente por azar, cayeron sometidos a la voluntad de la insurgencia; empresarios, comerciantes, narcotraficantes, y sus familiares, entre otros, que, ajenos a la guerra, recobrarían su libertad de cumplirse las exigencias de sus captores. Si en este punto usted no me entiende, piense entonces que, en un principio, los prisioneros políticos son retenidos en calidad de sujetos de juicio político del que, en teoría, no saldrán bien librados. La sentencia, es decir, de un juicio político subversivo, previa exposición de los delitos y traiciones que se le imputan, es la ejecución del acusado. Ahora bien, los prisioneros de guerra, en tanto su captura y retención tenga como propósito forzar un intercambio de prisioneros con su contraparte (el Estado), sí es correcto considerárseles secuestrados.
Las maneras de las fuerzas militares legales no difieren mucho de las propias de quienes se amarran el trapo rojo al hombro.
Hoy se escribió la última página del capítulo que sirve como prólogo al que consignará las liberaciones de los cientos de secuestrados anónimos que, noche tras noche, se acurrucan en su cambuche temiendo el día en que llegue la torpe liberación o los abrace la leishmaniasis. Hoy, del show, se alimentaron los Colombianos Por la Paz, las FARC, el ejército nacional que no perdió oportunidad de hacer partícipe del banquete al de Brasil, Rigoberta Menchú, los medios de comunicación (medio huevones, medio astutos); hasta Santos, por qué no. Hoy, de la alegría de otros, nos alimentamos usted y yo.
Petro, por encontrarse de visita en Barcelona, prescindió de manifestar sus cuitas y reproches. Primer aspecto que le descubro, aclaro, en que se diferencia, en su forma, de Uribobo.
Es irónico, miembros de las alianzas políticas antediluvianas y godos, militares y policías, todos detractores y atacantes de Piedad Córdoba, han sacado provecho de sus gestiones.