miércoles, 14 de noviembre de 2012

LA INTERBOLSA O LA VIDA

No se trata de un caso de irresponsabilidad profesional. Es incluso peor. De saber en Colombia lo que significa ‘responsabilidad profesional’ eventos como el de Interbolsa no pasarían de ser un caso aislado. De tal manera que es un asunto de ignorancia. Lo que pone al mismo nivel al taxista altanero con el corredor de bolsa es la ignorancia; con la misma altanería con que el taxista responde a quien le reclame (sin saberse si es un acto deliberado o fruto de una inocente omisión) por no encender las luces direccionales antes de girar, o por la infracción de tránsito que de buenas a primeras tuvo la ocurrencia de cometer, el corredor de bolsa se protege con sus números.
Es peor, sí. En el caso Interbolsa el diagnóstico es de irresponsabilidad empresarial y falta de creatividad. Las maromas de semáforo que tramaron entre Interbolsa y Fabricato son una mala copia de las innovaciones en el sector financiero estadounidense que llevaron a la quiebra a millones de personas naturales y jurídicas alrededor del mundo en 2008. Miles de personas en Estados Unidos fueron persuadidas por sus asesores financieros de adquirir títulos hipotecarios previamente calificados negativos, de los que se presumía su iliquidez, con el objeto de aumentar su valor artificiosamente. Cuantas más personas adquirieran estos títulos basura, mayor sería el incremento de su valor. Y, por desgracia, cuando la burbuja explotó cayeron al piso los bonos hipotecarios junto a los ahorros de toda una vida de miles de personas.
Por el contrario, el caso Interbolsa se reventó por el abuso en las operaciones Repo, acrónimo de repurchase agreement. El asunto es que un repo es un depósito de liquidez con un vencimiento y tasa pactados por las dos partes; la parte que recibe el dinero entrega al prestador de los fondos unas garantías representadas en títulos valores equivalentes al 120% del monto de la operación bajo la custodia de Deceval; en el caso de ser entregadas acciones como garantías el valor de éstas deberá ser del 130% del monto del depósito. Interbolsa estaba captando liquidez a corto plazo con el instrumento de los Repo (para captar iliquidez a plazos más largos son recomendables los fondeos con TES) y entregando acciones de Fabricato como garantía. Cuanto más valieran éstas, más liquidez estaría en capacidad de atraer. Con tal propósito, los corredores de Interbolsa sugerían a sus clientes invertir en acciones de Fabricato, estimulando, en efecto, su demanda y, por consiguiente, el incremento de su cotización bursátil.
Eso, en tanto se refiere a la irresponsabilidad empresarial. Lo relativo a la escasez de creatividad es un asunto de vocación profesional. Son muy populares las operaciones Repo en el sector real para evitar el pago del cuatro por mil en sus movimientos de efectivo, disposición tendiente a estimular la utilización de este instrumento financiero.
Lo curioso del asunto sería que se utilizaran recursos del Fogafín, producto del recaudo del impuesto del cuatro por mil, para proteger a una empresa que defraudó a sus clientes y accionistas utilizando un instrumento financiero del que se exime su pago. De llegar a ser así, hablamos a estas alturas de un caso en que la ley no protege el interés común, sino el de unos cuantos.
No bastaron piruetas y tragos de fuego para distraer a la opinión del ruido que hacía Interbolsa con sus temerarias operaciones, tanto así que la miope Superintendencia Financiera, incapaz de tocar su propia nariz, encendió las alarmas.
Ahora bien, no siendo un inconveniente ético la puerta giratoria por la que pasan del sector público al privado y viceversa, hay que sumar a los académicos que nos deslumbran a todos con su con o si miento.
Durante años manejé las cuentas Repo, principalmente de petroleras, a nombre de un banco. Es decir, manejé dineros del diablo desde el infierno. En las mesas de dinero los Repo son el cafuche, el ripio del mercado. La menta irisada que a la sobremesa nadie quiere tocar. Estos genios de Interbolsa, el Estado y los orgullosos economistas no son más que unos chirretes miserables vendiendo frunas en los semáforos cuando no en los buses. Lo digo porque trabajé para un banco que ahora maneja perfil de cooperativa de pensionados. Me arrepiento de no haber hecho nada de cuanto tuve a mi alcance para quebrar a ese hijueputa banco.
Con seguridad, al infierno no irán todos los que trabajaron inocentemente en un banco, pero sí todos quienes hicieron lo posible por aprovecharse de su situación ventajosa.

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