lunes, 19 de noviembre de 2012

NOS NICARAGUARON LA FIESTA

Colombia es un hijuedisputa país. Cien daños después de la separación del turistmo de Panamá, deliberadamente Nicaragua en 2002 abrió licitaciones para explotar el petróleo presuntamente alojado bajo la locha marítima ubicada a la izquierda del mediano 82, zona protegida por la dicción colombiana, ¿scíí?; por su parte, en respuesta al abuso de soberbianía la Cancillorona enafiló sus armas, entre los que disponía de los mejores negociadores que fracasaron en el Nicaraguán.
Al finalizar el proceso extendido por once años durante los cuales los asesores latigantes de Colombia expusieron los motivos por los que el archienemigo de San Andrés debiera de permanecer atado a la miseria del país (la respuesta es Colombia), Nicaragua obtiene, no quedarse con los cayos, sino una porción marítima impotente sólo en aparrancia.
Hicieron el negocio de la vida Daniel Ortega, presidente de Nicaraguardiente, y sus secuaces, en efecto, se apropiaron del petróleo que ya habían vendido y nos dejaron la carga presupuestal de San Andrés.
Todo cuanto se aprendió de este episodio diproblemático de límites, mar y timos será consignado en los anales hinchados de hemorroides de nuestra historia.
¡Feliz meridiaño nuevo!

miércoles, 14 de noviembre de 2012

ESO EN CUATRO POR MIL NO SE VE

Se hace merecedora, señoras y señores, la empresa corredora de teta los valores e instrumentos sin(t)éticos financieros, Interbolsa, del Premio Nacional Mejor Cosm-ética Corporativa del Caño, reconocimiento a sus aportes a la induestría producto de sus innovaciones en el maquillaje de balances de resultados.
No contenta sin embargo la prestigiosa forma de bolsa del botín con apropiarse de una fortuna, se robó la tensión de la prensa y mil veces repugnadas sus conductas por píos y extraños. El inicio de esta infortunada cadena de oración de sucesos inesperados fue la infiltración de una información vía tuíter en la cuenta de Vladdo® que alertaba sobre la ambición de Interbolsa que por fin rompió el saco, o la bolsa, que no echaran su advertencia en saco roto, o en bolsa de valores rotos. Más tardaron en encenderse las alarmas que Petro en prohibirle las corridas a Interbolsa en su Santamaría.
Ingenuo. Los señores de Interbolsa y Fabricato se corrían, sí, pero en sus ratos de esparcimiento de utilidades sobre las mujercitas con que se entretenían en los tiempos muertos de operreación versátil, lo que ellos a su bien tienden a llamar especuliar. De tal manera que si se mete en la misma arenera a una compañía del sector bursátil y a una del textil, se obtiene una alianza de tipo burtextil. Burda e inútil.
Nada sucederá a estos personajes siniestros y abusivos, no le quepa duda externa, disfrutarán de sus fortunas como cualquier banquero o mafioso arrimado a buena rama del poder del árbol que más sombra da. De esta experiencia nos quedarán las lecciones de la inspección por parte de los órganos de con troll a los registros de Interbolsa, información que será coro-borrada de la memoria en su totalidad.
Es nada este Premio Nacional Mejor Cosm-ética Corporativa del Caño; es patético. Todo cuanto sucedió en el episodio Interbolsa a todos y cada uno de los participantes del mercado de valores les vale un bledoble moral; a menos que paguen por su de luto financiero, y se van obligados a ser corredores de la justicia.
La otra lección es que Vladdo® persistirá en perseguir a cada uno de sus plagiadores hasta que todos estén bloqueados.

LA INTERBOLSA O LA VIDA

No se trata de un caso de irresponsabilidad profesional. Es incluso peor. De saber en Colombia lo que significa ‘responsabilidad profesional’ eventos como el de Interbolsa no pasarían de ser un caso aislado. De tal manera que es un asunto de ignorancia. Lo que pone al mismo nivel al taxista altanero con el corredor de bolsa es la ignorancia; con la misma altanería con que el taxista responde a quien le reclame (sin saberse si es un acto deliberado o fruto de una inocente omisión) por no encender las luces direccionales antes de girar, o por la infracción de tránsito que de buenas a primeras tuvo la ocurrencia de cometer, el corredor de bolsa se protege con sus números.
Es peor, sí. En el caso Interbolsa el diagnóstico es de irresponsabilidad empresarial y falta de creatividad. Las maromas de semáforo que tramaron entre Interbolsa y Fabricato son una mala copia de las innovaciones en el sector financiero estadounidense que llevaron a la quiebra a millones de personas naturales y jurídicas alrededor del mundo en 2008. Miles de personas en Estados Unidos fueron persuadidas por sus asesores financieros de adquirir títulos hipotecarios previamente calificados negativos, de los que se presumía su iliquidez, con el objeto de aumentar su valor artificiosamente. Cuantas más personas adquirieran estos títulos basura, mayor sería el incremento de su valor. Y, por desgracia, cuando la burbuja explotó cayeron al piso los bonos hipotecarios junto a los ahorros de toda una vida de miles de personas.
Por el contrario, el caso Interbolsa se reventó por el abuso en las operaciones Repo, acrónimo de repurchase agreement. El asunto es que un repo es un depósito de liquidez con un vencimiento y tasa pactados por las dos partes; la parte que recibe el dinero entrega al prestador de los fondos unas garantías representadas en títulos valores equivalentes al 120% del monto de la operación bajo la custodia de Deceval; en el caso de ser entregadas acciones como garantías el valor de éstas deberá ser del 130% del monto del depósito. Interbolsa estaba captando liquidez a corto plazo con el instrumento de los Repo (para captar iliquidez a plazos más largos son recomendables los fondeos con TES) y entregando acciones de Fabricato como garantía. Cuanto más valieran éstas, más liquidez estaría en capacidad de atraer. Con tal propósito, los corredores de Interbolsa sugerían a sus clientes invertir en acciones de Fabricato, estimulando, en efecto, su demanda y, por consiguiente, el incremento de su cotización bursátil.
Eso, en tanto se refiere a la irresponsabilidad empresarial. Lo relativo a la escasez de creatividad es un asunto de vocación profesional. Son muy populares las operaciones Repo en el sector real para evitar el pago del cuatro por mil en sus movimientos de efectivo, disposición tendiente a estimular la utilización de este instrumento financiero.
Lo curioso del asunto sería que se utilizaran recursos del Fogafín, producto del recaudo del impuesto del cuatro por mil, para proteger a una empresa que defraudó a sus clientes y accionistas utilizando un instrumento financiero del que se exime su pago. De llegar a ser así, hablamos a estas alturas de un caso en que la ley no protege el interés común, sino el de unos cuantos.
No bastaron piruetas y tragos de fuego para distraer a la opinión del ruido que hacía Interbolsa con sus temerarias operaciones, tanto así que la miope Superintendencia Financiera, incapaz de tocar su propia nariz, encendió las alarmas.
Ahora bien, no siendo un inconveniente ético la puerta giratoria por la que pasan del sector público al privado y viceversa, hay que sumar a los académicos que nos deslumbran a todos con su con o si miento.
Durante años manejé las cuentas Repo, principalmente de petroleras, a nombre de un banco. Es decir, manejé dineros del diablo desde el infierno. En las mesas de dinero los Repo son el cafuche, el ripio del mercado. La menta irisada que a la sobremesa nadie quiere tocar. Estos genios de Interbolsa, el Estado y los orgullosos economistas no son más que unos chirretes miserables vendiendo frunas en los semáforos cuando no en los buses. Lo digo porque trabajé para un banco que ahora maneja perfil de cooperativa de pensionados. Me arrepiento de no haber hecho nada de cuanto tuve a mi alcance para quebrar a ese hijueputa banco.
Con seguridad, al infierno no irán todos los que trabajaron inocentemente en un banco, pero sí todos quienes hicieron lo posible por aprovecharse de su situación ventajosa.

lunes, 12 de noviembre de 2012

BALADÍ DE ELECCIÓN Y CORONACIÓN


De las transmicciones del popular programa de concurso La Voz Colombia es poco lo que se puede rescatar sin pagar un peso a sus captores.
De la primera semana de audiciones, si no fuera por el mal sabor de derrota de los participantes, que a pesar de haber hecho su mejor esfuerzo no consiguieron que los jurados apretaran el botón para girar sobre sus sillas en inequívoco gesto de aprecio por sus habilidades líricas, se podría pensar que el mal sabor era consecuencia de los abrazos de consuelo dados por los jurados a los concursantes eliminados sin ninguna muestra de pudor por acercar demasiado sus axilas aquéllos a éstos. Que no se contara con vestuario, o con tiempo para que los jurados cambiaran de atuendo es un asunto de manifiesta tacañería para un canal de televisión que cuenta con un presupuesto a nivel de la familia Umaña aunque da la impresión de trabajar con las uñas.
De las batallas por equipos es menester anotar nada; aparte de las presentaciones en bobo, de las interpretaciones de canciones de los jurados por parte de los concursantes, nada más que un impulso artificioso a sus carreras musicales de obstáculos.
¿Qué mérito tiene ser poseedor de una buena voz? El mismo que tener unas tetas jugosas o unas nalgas erguidas. Que sí, que el entrenamiento de voz es arduo, exigente; que únicamente los más insistentes y comprometidos logran ponerse al nivel de técnica que los diferencie de sus competidores, sí; pero, ¿acaso las reinas de Cartagena no se someten también a extensas jornadas en el gimnasio, o bien a dolorosos procedimientos quirúrgicos, para alcanzar la perfección en sus cuerpos?
Qué decir de las coincidencias en las comitivas, los desfiladeros mentales en traje típico de sastres naturales; en fin. Un deleite para el alma máter.
Hágale, por curiosidad, una pregunta del mejillón de Carlos Calero a un participante de La Voz Colombia, en el cuerpo de Vilma Pelmaza, a ver qué.