viernes, 22 de junio de 2012

VEINTE DAÑOS NO SON NADA (eh... sí. Jejeje)

Eh… sí… eh… me siento muy orgulloso y… sí, sí… complacido de ser desde hoy el Presidente de TODOS los colombianos. Desde hoy nadie, óigase bien, nadie, ni siquiera el ‘loco del pueblo’, escapará de mi yugo. Bueyes repugnantes. Je… je… je. Sí. Eh. Sí. Me precio también de… eh… sí, de hablar como Pablo Emilio Escobar Gaviria. Sí. Tutina… los niños… no los miren de a mucho. Jejeje.
Impulsaré… sí… impulsaré la economía… eh… le daré el empujón para que caiga definitivamente al abismo. Eh… sí. Jejeje. Y para que el desastre esté completo… eh… entregaré la justicia a los abogados… eh… sí… eh… la economía, la economía… eh… pues a los economistas… eh, sí… y la guerra… a los narcos… eh… a los guerrilleros. Sí. La educación. La educación será reformada… jejeje… sí, deformada... será entregada a Fecode para ser destruida… por siempre. Sí. Eh. Sí. Lo poco que quede… sí… eh… lo podemos dejar al buen cuidado de la ministra Maria Fernanda campo y… sí… eh… cómo no… me informan que una tajadita le corresponde a Jairito Riverita. Jejeje. Buen muchacho ese Jairo, ¿no? Hm.
Para finalizar, queridísimos burros… compatriotas. En fin. Para finalizar… sí… eh… las locomotoras… Chu-Chu-Chuuuu… Jejeje. Las locomotoras… los huevitos… igual da… sí, los huevitos de mi antecesor… ayúdenme a cuidarlos, a protegerlos… total, es con lo que los envolatamos a ustedes… ¿Qué más nos queda? Tengan la caridad. Sí. Eh...  jejeje… sí… no durante veinte años sino, en cambio, por espacio de diez veces veinte años. Jejeje.     

Todos los colombianos esperamos que Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia, en 2018 ya habrá superado sus limitaciones de comunicación oral.

jueves, 21 de junio de 2012

HORA 20

Hora 20.

¿Quién no sabe qué es Hora 20? La pelotera con más nombres en la radio. Único espacio abierto de opinión. Extendido durante una de las épocas más difíciles que ha enfrentado el país en su historia (los tiempos en que la delincuencia infiltró al Estado para declararle la guerra: la guerra del Estado contra el Estado) este programa radial se preció de su libertad de expresión.
Debate de Hora 20 sin mechoneada en vivo era aburrido. Raro y aburrido. De 200 panelistas, contados de afán, se pueden recordar con júbilo los agarrones entre José Obdulio Gaviria y Ramiro Bejarano; las altisonancias de Salud Hernández; Roy irreconocible sin cachos ni cola; y, cómo no, las respuestas fáciles que se hacían pasar por técnicas de Nicolás Uribe, Juan Lozano, Rafael Nieto Loaiza o Marta Lucía Ramírez. Si alguno pasé por alto recordar le ruego me perdone el dejarlo por fuera del último grupo, el de Los Blanditos.
Hará falta. Y mucha. El formato desarrollado por Néstor Morales, previa sugerencia de María Jimena Duzán de imitar un espacio de debate que tenía lugar en la radio española, Hora 25, mezcló la información del día con el debate que daba inicio al hacerse presentes los panelistas, todos representantes de diferentes corrientes políticas o filosóficas, contradictores entre sí, siempre expertos en el tema del día. Y no es por desconocer las excelentes cualidades profesionales de Diana Calderón, pero bien difícil tendrá igualar siquiera la capacidad de moderador a la que acostumbró Néstor Morales.
Tan importante este espacio fue como un referente de opinión que le quitó una hora al más importante de todos los espacios de opinión, La Luciérnaga. Siguió de cerca, por su parte, los sucesos de carácter político y judicial, cuando no iban a la par; fue el observador natural de la realidad nacional. Observador de esa ficción que ni el más avezado novelista sospecharía que es lo que en realidad se vive en Colombia. Un capítulo para no olvidar de esta tragedia es el atentado en la Carrera 9na a Germán Vargas Lleras a la salida del programa.
Para hacer honor al espíritu de Hora 20, el espacio destinado al último programa fue referente al tema alrededor del cual giran todos los subtemas en Colombia, la paz, paradójicamente, en el mismo día en que se tuvo ocasión el debate definitivo en la Cámara de Representantes sobre la Reforma a la Justicia. Me dirán entonces que el fin del programa no ha llegado aún. No me convencen, para mí sí. Hará falta. Y mucha.