lunes, 4 de febrero de 2013

LA BELLA Y LA VESTÍA DE LÁTEX

Érase una bestia quien sufría de un trastorno de la personalidad y creía ser bella: tenía complejo de princesa.
Habitaba un castillo y purillo de ensueño, propiedad de la Dinas tía Cánceres, en compañía de su príncipe azul del rap. Nunca por obligación, siempre por placer, las visitas a otros reinos, el animal o el vegetal de ser el caso, cuando no el mónera, se hacían en su carruaserejé ja dejé dejebe tu dejebe de Barbie barbuda a lo Bárbara Blade, sin desperdiciar ocasión de presumir la panza cuando se paran sobre la báscula sus invitados y lustres, entre los que destaca taca-taca-taca Scar Gordoba; Cartahenna de Indias que no tienen con qué pagar un tinte de DeL’oreal, ni ahora ni de vuelta al futuro, aunque no se pierden la movida del catre de Dania Londoño ni mucho manos a la hembra, y el Pantano de Vargas (que reclama como propio Shrek), cuentan cuentos de hadas hediondas entre sus desatinos turísticos preferidos.
Como toda doncella miembro masculino de la menarquía dedicaba sus ratas libres a sus ábrase de caridad: desde su Reino de Adas (Asociación Defensora de Animales) salvaba ballenas encalladas que sufren de callos en las Pléyades vía feisbuc, a pesar de que a su propia mascota, un bulldog arrugado, ella le resulta extraña, toda bestia que su ambiente natural, su hogar, es la guardería de perritos, y en ocasiones las páginas sociales en la prensa canina.
Además, sin lugar a deudas, aprovechaba la provechosa ubicación en la tabla de posiciones de su equipo de fútbol predilento: BAMOS, MIYOS! MIYITOS TU POPÓ!!!!!!!!!, y no pierde oportunidad de hundir la nariz en asuntos de los que carece de cualquier conocimiento práctico, sobre los que es menester comprender ciertos e inciertos asuntos particulares de economía (no ecología) o política; no temía, sin embargo de bienes, hacer el ridiculeo culeo culeo y osaba poner en entredicho el rigor periodístico de la Casa Editorial El Tiempo a causa de su nuevo propietario, Luis Carlos Zar-miento por contrato, aunque ella vendiese a siniestra sin diestra acciones de su grupo financiero.
Calorín acalorado este relato ha enfadado.

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NOTA DEL EDITOR EN MONO: Se recomienda a la princesante que hundiese la nariz en las líneas de perico extendidas sobre las mesas de mármol durante el Ayayay Festival. No lea, presuma que lee, es mejor, es mojar calzón.

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